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Por Marcelo López – Especial para Los Andes. Domingo 6 de noviembre 2011.
Snobismo, moda, un buen negocio, la necesidad de ganar prestigio social más allá de su profesión o ganas de influir en otros ámbitos. Esta es una lista de motivos que bien pueden ser considerados a la hora de tratar de dilucidar por qué los famosos y empresarios adinerados invierten en la vitivinicultura.
El fenómeno no es sólo mendocino, Napa Valley o incluso los viñedos españoles están plagados también de inversores famosos. Sin embargo, en los últimos tres o cuatro años, la Napa Valley de Suramérica, nuestra Mendoza, comenzó a recibir visitas famosas, y no tanto, con una frecuencia nunca vista.
El repaso de nombres quizás ya suene hasta aburrido y escaso, porque desde el cierre de esta nota hasta su publicación, puede aparecer un famoso anunciando que tendrá su vino local.
Desde Francis Ford Coppola, hasta Marcelo Tinelli, pasando por Jorge Rial o el chef Donato Di Santis, futbolistas como Chilavert, basquetbolistas como Oberto (en este caso en Salta) los músicos que tienen como abanderado a Gustavo Santaolalla, se suman a Madonna y Chayanne, que ya hicieron sus propios vinos en otros lados, o el perico Juanchi Baleiron, que está a punto de cerrar un acuerdo. Clubes de Fútbol como el Chelsea, que en su momento eligió etiquetar vino mendocino para servir en sus palcos.
Todos miran a Mendoza
A la lista no hay que dejar de sumar otros jugadores que están estudiando el mercado, como algún actor norteamericano cuyo nombre está guardado bajo siete llaves por su pedido expreso pero que tiene alguna relación con Coppola y sus películas, otros como Robert De Niro, que estuvo haciendo averiguaciones, Gabriel Batistuta y Hernán Crespo, que pidieron condiciones en un emprendimiento del Valle de Uco, o Susana Giménez son los nombres que en cualquier momento se pueden sumar al boom.
Este fenómeno no desata polémicas locales, pero sí preguntas: ¿hace bien?, ¿hace mal? Cómo juega en la industria la llegada de estos grandes actores famosos y también el desembarco de una gran cantidad de millonarios, sobre todo chilenos, norteamericanos y europeos, que sin tener tanto marketing, también siguen invirtiendo en estas tierras.
Opiniones
El gerente general de Bodegas de Argentina, Juan Carlos Pina, ve el desembarco de los famosos en la industria como un paso más del proceso de reconversión que comenzó en los ’90.
“En la vitivinicultura hubo una inversión trascendente que se inició en la década de los ’90 y que continúa en los últimos 20 años con mayor o menor intensidad. Las inversiones de fines de los ’90 le dan a la vitivinicultura un posicionamiento, una visibilidad que nunca habíamos tenido. Resultó importante que un producto planificado como es el vino comenzara a ser vinculado al turismo. Es decir, no sólo es una actividad económica lucrativa, sino que tiene un costado social. Eso lleva a que muchas personas de la televisión y algunos que vienen del mundo del arte, el deporte y el espectáculo, hagan inversiones en este sector”.
El titular del INV, Guillermo García, también cree que hay una “intención de invertir en algo que tiene historia detrás y genera atractivo a través de ser parte de la historia. Tener una bodega indica que uno ingresa en un mundo que tiene una serie de aspectos culturales. Además, estos inversores se involucran con asesores internacionales, es decir están pensando en desarrollar un producto de alta rentabilidad”.
Lo cierto es que el fenómeno está instalado y es muy difícil darle dimensión numérica, ya que por lo general los acuerdos son secretos y los valores de la hectárea en las zonas privilegiadas de Mendoza comienzan a cambiar según la cara del cliente.
Pero qué opinan quienes viven el fenómeno desde adentro. El contador Alejandro López Grossi, titular del Estudio López Grossi y presidente de Makia Wines Estate, donde invirtió el cheff Donato Di Santi, asegura que “en la industria vitivinícola se da la particularidad de que las inversiones no se han desacelerado desde la última década. Dentro de la gama de inversores hay muchos perfiles. Si bien están los famosos, éstos toman más relevancia por el mismo hecho de ser famosos”.
Desde su punto de vista, “si bien es un negocio con características de moda y prestigio, no debemos olvidarnos que sigue siendo un negocio, y Argentina ofrece a los inversores la posibilidad de hacer una muy buena inversión a mediano y largo plazo”.
Para otro actor de este negocio que ve el tema de los dos lados del mostrador, como es Juan Giménez Rilli, bodeguero y desarrollador inmobiliario, el fenómeno no pasa tanto por el negocio. Para él, “todo el mundo quiere estar en el mundo del vino, por prestigio (caso Rial) y por gusto (caso Neelands, gran empresario canadiense, principal inversor del Resort de TheVines).
Nadie lo hace por negocio; repito, nadie. Las ganancias son a largo plazo”. Giménez Rilli, que contestó la requisitoria desde un bus camino a Sacramento a una degustación de sus vinos, cree también que la llegada de esos jugadores tiene sus pros y sus contras. “Aporta valor inmobiliario a la tierra y prensa, pero aumenta la competencia en términos de cantidad de stock de botellas disponibles”, asegura.
Pero también hay algunos personajes que desde la vitivinicultura comienzan a trascender a otros ámbitos por su particular estilo y talento, y uno de ellos es Alejandro Vigil, el enólogo rockero que demuestra su talento a través de los vinos de Catena Zapata y su propia creación: El Enemigo, un tinto que ya entró en la antología del vino mendocino.
Para Vigil “la vitivinicultura sin lugar a dudas da prestigio, pero también es un buen negocio si así se lo planifica. De otra forma, son proyectos de corto plazo que terminan con un efecto contrario y desprestigiando a quienes integran el sector. Creo más que es una cuestión de aprovechar el buen momento de la industria para hacer buenos negocios y a modo de resguardar el dinero en forma de inversión”, asegura ante la requisitoria de Los Andes Económico.
Para López Grossi , “el inversor en general busca resguardar su inversión y hacerla crecer. Los famosos tienen una ventaja frente al resto de los inversores y es que su vino ya tiene un nicho de mercado ganado por el sólo hecho de ser de tal o cual persona.
Los famosos buscan las mejores zonas, los mejores profesionales y en general buscan excelencia en su proyecto, al estar ligado su nombre e imagen con el futuro producto que saquen a la venta. A mi criterio, tener inversores ‘famosos’ ayuda a nivelar para arriba nuestra industria, dado que es gente que no quiere trabajar por prueba y error sino que van al 100% por su producto e imagen”.
Pero las inversiones no las hace solamente gente con nombres rutilantes, sino también otros menos conocidos pero tan poderosos en billetes como los primeros. Así se calcula que hay poco más de 300 inversores extranjeros que destinan entre 600 mil y algo más de un millón de dólares para comprar fincas de entre 20 y 80 hectáreas y producir sus vinos, principalmente malbec.
Para el titular del INV estos fenómenos también se producen porque “está claro que la vitivinicultura argentina con un plan estratégico, con su apertura al mundo, con su malbec y torrontés, su capacidad diversificadora, con el vino bebida nacional, está generando un imán para esta gente que tiene capacidad de invertir, que no mide demasiado los altos riesgos que hay en el negocio vitivinícola.
Pero la vitivinicultura argentina tiene características únicas en término de costos muy eficientes en producto, en mano de obra y en guarda. Y eso es una ventaja competitiva muy importante”.
Más fama
Pina, en tanto, remarca que “no hay nadie que se haga famoso a través de la vitivinicultura y la gente que es conocida, a través de la vitivinicultura no busca ser famosa, sino que lo que pretende es sumar un producto de prestigio, una empresa exitosa. Yo no creo que una persona famosa quiera ser más famosa por la vitivinicultura. Pero sí es cierto que es una actividad con bastante glamour”.
“Esta actividad te puede dar un plus pero también es cierto que ese beneficio que se puede buscar además del económico, tiene barreras de entrada muy altas porque hay que hacer inversiones muy elevadas a largo plazo y las barreras de salida también son gigantes porque después no es fácil vender. Por lo tanto, si bien es una actividad atractiva, tiene una serie de condiciones y decisiones que en otros sectores no tienen por qué darse” remarca el gerente de Bodegas de Argentina.
Vigil destaca que él tuvo varios ofrecimientos y famosos que se han acercado “siempre con mucho respeto por la industria y su gente y una humildad que en algunos casos me ha llamado la atención”.
Para el enólogo de Catena Zapata, “todos los proyectos que traen inversión real y genuina sin lugar a duda aportan. El aporte es en varios sentidos y principalmente en dar trabajo. En el caso de figuras internacionales, promocionar la región como zona turística. Realmente pienso que son un escalón más que ayudan a subir y a nivel nacional promocionan el consumo interno en forma gratuita para todos nosotros”, de esta forma en el análisis de Vigil también entra en juego el tan vapuleado mercado interno.
Mendoza sigue recibiendo a los ricos y famosos para sumarse a la vitivinicultura, y quizás dentro de no tanto tiempo los tours por los caminos del vino, casi como imitando a Hollywood, se dediquen a recorrer las bodegas de los famosos.