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El inversor francés de origen belga John du Monceau anunció el sábado la construcción de lodges para turistas en la finca Atamisque de Tupungato. Lo hizo ante un grupo de invitados y con un fuerte discurso crítico hacia su Europa natal
La bodega fue diseñada por el estudio Bórmida & Yanzón, con techos cubiertos con lajas de San Juan, lo que le da un aire alpino. El cuidado de los vinos está a cargo de Philiphe Caraguel, presente el sábado a la hora del anuncio.
Pero la finca es, definitivamente -y tal como lo comentó a quien quisiera oírlo, el sábado en el lugar el secretario de Turismo de la provincia, Luis Bohm- «una de las más bellas de Mendoza».
En tanto, un parque de 15 hectáreas, diseñado por Carlos Thays, rodea a la casa principal, una laguna sirve de criadero de truchas, principal plato de su restaurante, y bosques de castaños completan un paisaje incomparable que se recorta con la cordillera y la presencia del volcán Tupungato en el horizonte.
El inversor francés de origen belga se desempeñó como ejecutivo del francés Grupo Accord y, junto a su esposa, su yerno y su hija, decidió invertir en Mendoza sus ahorros de 45 años de trabajo y dedicar su retiro laboral a la creación de este espacio de múltiples facetas en que se ha convertido Atamisque.
Para ello adquirió la finca que perteneció durante décadas a la familia Monteverdi y desembolsó allí unos 6 millones de dólares.
Rodeado por su familia y aplaudido por su esposa, la principal impulsora de la creación de la bodega instalada sobre una de las propiedades más cuidadas de la provincia, el empresario anticipó que, además de apostar a los vinos de alta gama, la gran apuesta será al turismo.