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Diaro La Nación, domingo 6 de noviembre de 2011.
Luján Scarpinelli.
El de los fideicomisos puede parecer un terreno pantanoso para inexpertos. Sin embargo, constituyen una alternativa de inversión destacada por los expertos, incluso para minoristas. Su naturaleza, subrayan, les otorga especial atractivo en un contexto de incertidumbre como el actual. Sobre todo, porque con esta figura, los activos dentro de un fideicomiso quedan protegidos del devenir de una empresa, dado que legalmente ya no forman parte de su patrimonio.
Constituyen además una herramienta de financiación versátil, más segura y con tasas siempre -y particularmente ahora- superadoras de las ofrecidas en plazo fijo. En el último mes, las tasas de los fideicomisos se ubicaron en torno del 22 y 25% anual. Y especialistas señalan que la diferencia con las tasas de los plazos fijos se amplió: al ubicarse unos diez puntos por encima, los fideicomisos se volvieron más tentadores. «Los rendimientos de lo invertido con una tasa del 22% estuvieron alrededor del 30%. La expectativa, no obstante, es que las tasas tiendan a acomodarse a la baja, por la renovación de los depósitos de la Anses [que volvió en la semana que pasó a hacer colocaciones a plazo en bancos]», analizó Enrique Algorta, de INTL Capital.
El presidente de la Cámara Argentina de Fideicomisos y Fondos de Inversión Directa, Juan Catuogno, echó luz sobre la figura a LA NACION: «Un fideicomiso puede ser ordinario [privado] o financiero, con o sin oferta pública. Es un instrumento flexible con innumerables fines productivos: titulización de tarjetas o activos, o bien, financiar obras de infraestructura», entre otros.
Al repasar las ventajas, el secretario de la Cámara, Alejandro Anderlic, hizo énfasis en la versatilidad y destacó «la posibilidad de sacar del patrimonio una cantidad de activos y aislarlo de los avatares del patrimonio de quien lo transfirió al fideicomiso». Y resumió: «La quiebra del fiduciario [administrador] o del fiduciante [quien aporta bienes] no implica la del fideicomiso».
Según explicaron en la Cámara, los fideicomisos mejoran el costo del financiamiento bancario por tener una garantía específica -el patrimonio separado- que baja la tasa de riesgo, o sea, de interés.
En lo impositivo, «el mayor beneficio es para los títulos de deuda que se coloquen por oferta pública», explicó Catuogno. «Como las obligaciones negociables, están exentos del impuesto a las ganancias para las personas físicas y del exterior. Y también del impuesto a la ganancia mínima presunta», precisó. Por último, agregó un punto más específico: «En los financieros con oferta pública para infraestructura las transacciones están exentas del impuesto al cheque».
El piso para invertir es variable, pero suele partir de $ 1000. Para acotar el riesgo de fraude, se recomienda confiar sólo en emisores de trayectoria y buena calificación. El fideicomiso financiero, no obstante, suele tener poca liquidez, por lo que quien invierta en títulos de deuda debe estar listo para tenerlos hasta el vencimiento. Una opción de mayor liquidez, si no, son los fondos comunes que invierten en fideicomisos. Desde 2004 hasta el mes pasado, la mayoría de los fideicomisos privados se volcaron al real estate . Mientras que de los financieros, en términos de montos colocados, el 40% fueron de infraestructura y del 60% restante, un 90% fue al consumo.
Residencias de Mar, La Barra, Punta del Este, Uruguay.