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Diario La Nación, Domingo 11 de diciembre de 2011.
Por Pedro Cifuentes.
MENDOZA.- Mientras la economía mundial sigue tambaleante y la bolsa da más sustos que alegrías, crece la cantidad de personas que encuentran en los viñedos una alternativa interesante, además de estética, para capitalizar sus ahorros. La novedad, desde hace unos años, es que no hace falta ser experto ni millonario para invertir en proyectos relacionados con el vino. Desde el acondicionamiento del terreno hasta la etiqueta de la botella, existen hoy en la Argentina (sobre todo en Mendoza) numerosos proyectos que permiten al pequeño y mediano inversor cumplir el sueño de producir su propio vino en un paraje natural donde, si lo desea, puede construir además su casa.
Hay dos motivaciones fundamentales para invertir en viñedos. La primera combina ahorro y placer: comprar un terreno permite conservar el capital de un modo bastante seguro y cumplir el sueño de hacer un vino propio, sin gastos adicionales. La segunda es insertarse de lleno en el negocio, que implica una cuantiosa inversión ulterior, procurarse una bodega, comprar maquinaria, contratar personal, y demás. Como la segunda obliga a una inversión mínima de US$ 1,5 millones, hay desde hace unos años proyectos que convierten la inversión vitivinícola en un negocio mucho más accesible.
«Ahora un médico de Boston puede tener un pequeño proyecto de vino en Mendoza sin necesidad de abandonar su trabajo», explica Pablo Giménez Rilli, presidente de Vines of Mendoza, emprendimiento en el Valle de Uco, que cuenta ya con un centenar de pequeños bodegueros. Estos nuevos lotes incluyen los servicios de ingenieros agrónomos y enólogos, pero también de diseño de etiquetas y comercialización. El cliente puede personalizar sus viñedos desde el principio. Giménez Rilli, en cuyo proyecto el inversor puede comprar 1,2 y 4 hectáreas y participar nada o completamente, cuenta que la tierra es del inversor, pero la gestiona la empresa. A fin de temporada, el cliente tiene entre 300 y 1000 botellas de su vino, con su marca, mientras sus ahorros se capitalizan.
La hectárea de viñedo en la Argentina multiplicó su precio por diez, lo que, junto con la calidad delterroir y la profesionalización del ramo, ha atraído a numerosos compradores extranjeros. La unidad mínima de inversión suele ser, en efecto, una hectárea de viñedos, que en este tipo de «paquetes completos» oscila hoy entre US$ 120.000 y 150.000.
Gastón Mancinelli, gerente de compras Santa María de los Andes (proyecto en Luján de Cuyo, con 826 hectáreas), destaca la creciente presencia de inversores porteños. Otros analistas apuntan a la apertura del mercado a inversores asiáticos sofisticados, para un negocio que recién tiene cinco años.
Los riesgos derivan del clima: en la provincia de Mendoza el granizo puede arruinar una cosecha cada diez años. Por ello, es cada vez más frecuente observar extensos viñedos cubiertos con malla protectora. Como consuelo ulterior, puede uno al menos beberse el vino del año anterior.
1,5
Son los millones de dólares necesarios, como mínimo, para instalar una bodega que produzca vinos a escala.